Grupo de cristianos de base de la diócesis de Girona
Como cristianos de base de la diócesis de Girona queremos manifestar nuestra preocupación por el desprestigio creciente que afecta hoy a la Iglesia como institución. Si nos hace reflexionar y nos hace sufrir es precisamente porque la amamos y estamos implicados en ella como miembros del pueblo de Dios, ya sea como seglares, presbíteros o religiosos/as. Muchas de las críticas que recibe hoy la Iglesia pueden ser injustas, ciertamente, pero nos duele que a menudo debamos dar la razón a esas críticas puesto que probablemente la misma Iglesia las está induciendo con ciertos comportamientos.No tenemos la pretensión de analizar las causas de esta desafección, que pueden ser múltiples, ni de dar lecciones a nadie, ya que bastante trabajo tenemos cada uno de nosotros para ser fieles a los compromisos que hemos contraído dentro de la Iglesia. Con ánimo constructivo y con espíritu de caridad, osamos poner el acento sólo en un aspecto que consideramos significativo, aunque pueda parecer tangencial.
Quisiéramos que la Iglesia revisara a la luz del Evangelio y de la sensibilidad del mundo de hoy aquellos signos externos que pueden resultar ostentosos o anacrónicos y que son los que la gente visualiza como primero y a veces único contacto con la vida de la Iglesia.Nos referimos concretamente a ciertos ornamentos litúrgicos, a la mitra y al báculo de los obispos, a las vestimentas de cardenales y obispos, a los objetos “sagrados” de oro y plata, a los protocolos y distintivos de poder, a las posesiones superfluas, al fasto que acompaña a los viajes del Papa y otras celebraciones masivas, etc.
Los signos y los símbolos no son neutros, y menos pueden serlo en una sociedad mediática como la actual. Lo que aparece en el exterior debe reflejar al máximo posible la realidad que significa. Y creemos que estos símbolos ya no representan aquello que deberían re-presentar, sino todo lo contrario.Vemos estos signos y símbolos como ostentosos y anacrónicos.Ostentosos porque entran en contradicción con el mensaje de Jesús, siempre unido a la sencillez, y con la sensibilidad de los pobres, los preferidos del Señor. Habiendo tanta gente que sufre por falta de medios esenciales, nos contradecimos si aparecemos como un estamento ostentoso. Pensamos que no vale decir que “para Dios hay que usar lo mejor”. Lo “mejor” para los seguidores de Cristo no es el oro ni la plata ni los signos de poder, sino la dignidad, la humildad, el amor y el servicio. Lo que aprecia el Señor es un corazón limpio.Y los vemos también como anacrónicos porque chocan con la cultura contemporánea, que ya ha superado la estructura absolutista del poder (imperial, feudal, dictatorial, la consideración de príncipes de la Iglesia aplicado a los cardenales, el rol del Papa como jefe de Estado…) y también porque la separación entre sagrado y profano no corresponde al contenido del Nuevo Testamento y, en consecuencia, tampoco a la teología del Concilio Vaticano II. Todo cuanto es profundamente humano es sagrado. Los sucesores de los apóstoles no son consagrados en el sentido de “puestos aparte” sino escogidos por la comunidad para estar al servicio del pueblo de Dios.
Por todo ello celebraríamos la supresión progresiva de estos signos que, en vez de “revelar”, “velan” la inmensa riqueza humana y salvífica que puede generar la vitalidad del pueblo de Dios, ya sea desde el ámbito de la liturgia, del testimonio evangélico y del ejercicio de la caridad.
Hoy en día objetos como la mitra y el báculo y ciertas vestimentas papales, episcopales y sacerdotales son a menudo motivo de burla por parte de una sociedad civil que no ve de ningún modo en estos signos aquello que quieren significar. ¿No sería mejor suprimirlos que forzar una explicación catequética que difícilmente podrá ser escuchada y asimilada? ¿No llegaría mucho mejor a la gente el gesto profético de desprenderse de cosas superfluas, que en lugar de ayudar estorban? ¿No sería tal vez ésta la mejor catequesis?Es cierto que se puede considerar simplista la opinión de tanta gente que habla con aspereza de las riquezas de la Iglesia, pero la opinión pública vería con buenos ojos que ciertos objetos, o bien adquirieran algún tipo de función social o bien pasaran a los museos donde se guardan los objetos que ya son “in-significantes” para la vida del pueblo cristiano y para su tarea principal que es la evangelización.Nos preocupa que la cúpula eclesiástica hable de “reconquistar” la visibilidad de la Iglesia. No sabemos con qué medios quiere conseguirlo, pero consideramos que sería un grave error hacerlo con conceptos e instrumentos ya caducos. Hoy las personas ya no aceptan una Iglesia autoritaria y triste, pero en cambio están abiertas al sueño de Jesús y a los valores evangélicos. Por este sueño del Reino de Dios seguiremos trabajando y colaborando y la Iglesia nos hallará siempre en su seno, a pesar de los defectos que todos arrastramos. Oremos y confiemos, pues, que el Espíritu nos inspire unas formas más adecuadas al Evangelio y más en consonancia con los signos de los tiempos.
Noviembre 2010Si queréis adheriros o manifestar vuestra opinión, podéis poneros en contacto en el c/e:
cristiansdebaseavui@gmail.com
www.redescristianas.net
Como cristianos de base de la diócesis de Girona queremos manifestar nuestra preocupación por el desprestigio creciente que afecta hoy a la Iglesia como institución. Si nos hace reflexionar y nos hace sufrir es precisamente porque la amamos y estamos implicados en ella como miembros del pueblo de Dios, ya sea como seglares, presbíteros o religiosos/as. Muchas de las críticas que recibe hoy la Iglesia pueden ser injustas, ciertamente, pero nos duele que a menudo debamos dar la razón a esas críticas puesto que probablemente la misma Iglesia las está induciendo con ciertos comportamientos.No tenemos la pretensión de analizar las causas de esta desafección, que pueden ser múltiples, ni de dar lecciones a nadie, ya que bastante trabajo tenemos cada uno de nosotros para ser fieles a los compromisos que hemos contraído dentro de la Iglesia. Con ánimo constructivo y con espíritu de caridad, osamos poner el acento sólo en un aspecto que consideramos significativo, aunque pueda parecer tangencial.
Quisiéramos que la Iglesia revisara a la luz del Evangelio y de la sensibilidad del mundo de hoy aquellos signos externos que pueden resultar ostentosos o anacrónicos y que son los que la gente visualiza como primero y a veces único contacto con la vida de la Iglesia.Nos referimos concretamente a ciertos ornamentos litúrgicos, a la mitra y al báculo de los obispos, a las vestimentas de cardenales y obispos, a los objetos “sagrados” de oro y plata, a los protocolos y distintivos de poder, a las posesiones superfluas, al fasto que acompaña a los viajes del Papa y otras celebraciones masivas, etc.
Los signos y los símbolos no son neutros, y menos pueden serlo en una sociedad mediática como la actual. Lo que aparece en el exterior debe reflejar al máximo posible la realidad que significa. Y creemos que estos símbolos ya no representan aquello que deberían re-presentar, sino todo lo contrario.Vemos estos signos y símbolos como ostentosos y anacrónicos.Ostentosos porque entran en contradicción con el mensaje de Jesús, siempre unido a la sencillez, y con la sensibilidad de los pobres, los preferidos del Señor. Habiendo tanta gente que sufre por falta de medios esenciales, nos contradecimos si aparecemos como un estamento ostentoso. Pensamos que no vale decir que “para Dios hay que usar lo mejor”. Lo “mejor” para los seguidores de Cristo no es el oro ni la plata ni los signos de poder, sino la dignidad, la humildad, el amor y el servicio. Lo que aprecia el Señor es un corazón limpio.Y los vemos también como anacrónicos porque chocan con la cultura contemporánea, que ya ha superado la estructura absolutista del poder (imperial, feudal, dictatorial, la consideración de príncipes de la Iglesia aplicado a los cardenales, el rol del Papa como jefe de Estado…) y también porque la separación entre sagrado y profano no corresponde al contenido del Nuevo Testamento y, en consecuencia, tampoco a la teología del Concilio Vaticano II. Todo cuanto es profundamente humano es sagrado. Los sucesores de los apóstoles no son consagrados en el sentido de “puestos aparte” sino escogidos por la comunidad para estar al servicio del pueblo de Dios.
Por todo ello celebraríamos la supresión progresiva de estos signos que, en vez de “revelar”, “velan” la inmensa riqueza humana y salvífica que puede generar la vitalidad del pueblo de Dios, ya sea desde el ámbito de la liturgia, del testimonio evangélico y del ejercicio de la caridad.
Hoy en día objetos como la mitra y el báculo y ciertas vestimentas papales, episcopales y sacerdotales son a menudo motivo de burla por parte de una sociedad civil que no ve de ningún modo en estos signos aquello que quieren significar. ¿No sería mejor suprimirlos que forzar una explicación catequética que difícilmente podrá ser escuchada y asimilada? ¿No llegaría mucho mejor a la gente el gesto profético de desprenderse de cosas superfluas, que en lugar de ayudar estorban? ¿No sería tal vez ésta la mejor catequesis?Es cierto que se puede considerar simplista la opinión de tanta gente que habla con aspereza de las riquezas de la Iglesia, pero la opinión pública vería con buenos ojos que ciertos objetos, o bien adquirieran algún tipo de función social o bien pasaran a los museos donde se guardan los objetos que ya son “in-significantes” para la vida del pueblo cristiano y para su tarea principal que es la evangelización.Nos preocupa que la cúpula eclesiástica hable de “reconquistar” la visibilidad de la Iglesia. No sabemos con qué medios quiere conseguirlo, pero consideramos que sería un grave error hacerlo con conceptos e instrumentos ya caducos. Hoy las personas ya no aceptan una Iglesia autoritaria y triste, pero en cambio están abiertas al sueño de Jesús y a los valores evangélicos. Por este sueño del Reino de Dios seguiremos trabajando y colaborando y la Iglesia nos hallará siempre en su seno, a pesar de los defectos que todos arrastramos. Oremos y confiemos, pues, que el Espíritu nos inspire unas formas más adecuadas al Evangelio y más en consonancia con los signos de los tiempos.
Noviembre 2010Si queréis adheriros o manifestar vuestra opinión, podéis poneros en contacto en el c/e:
cristiansdebaseavui@gmail.com
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