"...El profeta Amós, en un célebre pasaje, había expresado con lenguaje duro la condenación de Dios que se cernía sobre los ritos y sacrificios que su pueblo le ofrecía por puro formalismo, sin poner su corazón en ello: "Yo odio, desprecio sus fiestas, me disgustan sus celebraciones. Me presentan holocaustos y ofrendas, pero yo no los acepto ni me complazco en mirar sus sacrificios de novillos gordos. aparten de mí el ruido de sus cánticos, no quiero oir más la música de sus arpas. Hagan que el derecho corra como agua y la justicia como río inagotable" (Am 5, 21-23). Ahora el teólogo hace una parodia del texto, poniendo tomos de teología en vez de novillos cebados, y las teorías de tratados dogmáticos en vez de la música de las arpas, y dice en nombre de Yahvé: "Yo detesto, desprecio vuestras clases, conferencias y seminarios, vuestros sermones, publicaciones y comentarios bíblicos, y no gusto el olor de vuestras discusiones, disquisiciones y cursos de verano. aunque se ofrezcan unos a otros o a mi vuestras recomendaciones pastorales, éticas, dogmáticas y hermenéuticas, no las aceptaré; y tampoco aceptaré los holocaustos de vuestros volúmenes cebados. Quítenme de delante la molestia de los pesados tomos de los antiguos teólogos y las disertaciones de los jóvenes. Y no escucharé la salmodia de las reseñas que publican en vuestras revistas teológicas, cartas o encuentras, ni en vuestros escritos eclesiásticos. Acaben con el ruido de vuestros tratados" (Vallés Carlos, Por la fe a la justicia, pág 89)